Si bien el gobierno de Macri se encargó desde el primer momento de dejar en claro que las mayorías populares solo iban a recibir las migajas de la economía a partir de la ya conocida teoría del derrame, el último resultado electoral le arrancó al oficialismo una serie de medidas, que bajo otro contexto jamás se hubiesen considerado.
Desde hace mucho tiempo el conurbano bonaerense viene sufriendo como ningún otro lugar del país las políticas del gobierno nacional. La pobreza, el desempleo y los tarifazos han hecho que, para millones de personas, vivir sea una sumatoria de angustias que se suceden día tras día.
El presidente Mauricio Macri y la gobernadora María Eugenia Vidal conocían las consecuencias de sus políticas de ajuste, pero decidieron hacer caso omiso a esta situación, especulando que bastaría con endurecer el discurso del odio contra el peronismo/ kirchnerismo para mantener las adhesiones electorales. Sin embargo, la realidad le dió un duro golpe al gobierno y la ciudadanía expresó su voluntad en las urnas dejando un claro mensaje, no solo sobre lo que rechaza sino también sobre lo que desea.
Los diferentes sectores a los que hoy el gobierno apunta con sus últimas medidas no han sido nunca una verdadera prioridad para el oficialismo. Hasta resulta extraño que palabras como pymes, consumo, congelamiento, salario mínimo, etc., salgan hoy de la boca de Mauricio Macri.
Cuando el gobierno nacional toma decisiones apremiado por las circunstancias y como un mero acto defensivo y electoral, las consecuencias pueden no ser las esperadas, generando más incertidumbre y un mayor descalabro en la economía.
Por ello, necesitamos un gobierno donde lxs adultxs mayores, los empresarios pymes, la niñez, los trabajadorxs y las personas con discapacidad sean prioridad desde el minuto cero como parte de un proyecto de país que elabore e implemente sus políticas teniendo en cuenta aspectos económicos, pero sin descuidar aquellos que hacen a una ciudadanía inclusiva.
En su momento, Alberto Fernández expresó: “entre los bancos y los jubilados, elijo a los jubilados” en una muestra clara de que es necesario modificar el actual esquema que divide a “ganadores y perdedores” del modelo económico.
Un relevamiento del Centro de Estudios de Ciudad (CEC), que funciona bajo la órbita de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, ha destacado que durante los tres primeros años de Cambiemos la brecha entre quienes reciben los ingresos más altos y quienes reciben los ingresos más bajos creció en más del 33 por ciento. Es evidente que esta desigualdad social se agudizó en 2019 y es aquí donde el próximo gobierno tendrá que hacer sus mayores esfuerzos.
El gobierno que necesitamos no es un hecho definitivo sino más bien una construcción, pero es necesario tener algunos objetivos claros desde el principio. No se trata de gobernar a favor de algunos y en contra de otros. De lo que se trata es de encontrar un equilibrio justo entre los sectores que han sido excluidos de las decisiones del Estado en estos cuatro años y aquellos que, a partir de su poder económico y su cercanía política con el actual gobierno, han sido los privilegiados como el sector financiero, agroexportadores y empresas energéticas.
Dado el actual panorama, el próximo gobierno tendrá la obligación de resolver una serie de profundísimos problemas que no existían y que el actual gobierno ha generado, pero también deberá continuar con el camino iniciado en 2003 e interrumpido en el 2015 donde se implementaban políticas públicas que generaban futuro, tales como la científico/técnicas, las educativas, las productivas y de ampliación de derechos.
El Frente de Todxs, con Alberto Fernández- Cristina Kirchner en Nación y Axel Kicillof- Verónica Magario en la Provincia de Buenos Aires, sintetiza aquello que queremos y necesitamos, de una manera amplia y plural, donde prima una mirada colectiva de la sociedad y donde no solo se piensa una Argentina vivible hoy, sino también una en la que mañana deseen vivir nuestros hijxs.